Pepe Moral volvió a brillar en La Maestranza, demostrando su tenacidad y resiliencia en una corrida donde la adversidad parecía insuperable. Frente a toros de Miura que carecían de fuerza y nobleza, el matador sevillano logró cortar dos orejas, mostrando una entrega y compromiso que resonaron con el público. Su actuación, marcada por una voluntad inquebrantable, le permitió obtener una ansiada salida a hombros, dejando claro su deseo de continuar como torero. La corrida, que se caracterizó por la mansedumbre y la poca colaboración de los toros, evidenció una vez más que Moral no está dispuesto a rendirse ante un destino incierto.
Por otro lado, Manuel Escribano y Esaú Fernández enfrentaron retos significativos. Escribano, a pesar de su experiencia, no logró lidiar con el complicado lote que le tocó, evidenciando tensión y desconcierto durante su actuación. Sus fallos reiterados a la hora de matar dejaron una imagen alejada de su habitual categoría. Mientras tanto, Esaú Fernández mostró voluntad pero faltó emoción en su toreo, dejando pasar una oportunidad con el único toro noble de la tarde. A pesar de la notable diferencia en suertes, Moral se levantó como el protagonista indiscutible de la jornada, haciendo eco de su deseo de resistir y sobresalir en el competitivo mundo del toreo.
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