A 25 años de la transición a la democracia en México, el análisis retrospectivo revela el complicado legado de los últimos presidentes. Vicente Fox, el primer mandatario de la alternancia, prometió un cambio que resultó en una mera continuación de lo político y económico. Su sucesor, Felipe Calderón, enfrentó críticas severas por su elección cuestionada y una guerra fallida contra el narcotráfico que dejó miles de víctimas. El retorno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder en 2012, con Enrique Peña Nieto, marcó la reinstalación de un régimen que se creía superado, lleno de promesas de modernidad pero salpicado por serios escándalos de corrupción.
La presidencia de Peña Nieto es recordada por sus numerosos casos de corrupción, desde la «Casa Blanca» hasta sumas millonarias vinculadas a proyectos ineficientes y sobornos. Las nuevas acusaciones sobre el cobro de sobornos para la compra del software espía Pegasus enlodan aún más su mandato. A pesar de los numerosos señalamientos, Peña residió lejos del escrutinio, mientras que figuras como Calderón y Fox enfrentan el descrédito público. La Fiscalía General de la República investiga desde 2022, pero las acciones parecen insuficientes, reflejando un sistema de justicia paralizado, donde el vínculo entre antiguos líderes y la impunidad sigue vigente.
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