En un ambiente ya saturado de violencia y tensión, el anuncio de un alto el fuego en la guerra de Gaza se enfrenta a un inicio incierto y plagado de obstáculos. Programado para comenzar el domingo, el acuerdo ya muestra signos de fragilidad, al ser desafiado por el retorno inmediato de los bombardeos. Las partes implicadas, incapaces de consolidar los términos pactados, se lanzan acusaciones mutuas mientras la cifra de muertos continúa en un trágico ascenso. Este nuevo intento de paz parece tambalearse al borde del fracaso, un escenario tristemente familiar en este prolongado conflicto que ha cobrado innumerables vidas.
El contexto es aún más sombrío para los familiares de los rehenes retenidos por Hamás, quienes han visto sus esperanzas ensombrecidas por los recientes acontecimientos. En manifestaciones en Tel Aviv, estas familias clamaban por soluciones y por un cese definitivo de las hostilidades, sosteniendo la frágil esperanza de que el tan anunciado alto el fuego pueda, en efecto, brindar un cambio significativo. Sin embargo, la realidad en el terreno refleja la complejidad y volatilidad de un conflicto donde las promesas de paz parecen escurrirse entre los dedos antes de materializarse.
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