La problemática del robo de paquetes en los porches de las casas en Estados Unidos ha cobrado relevancia a nivel nacional, generando preocupación entre ciudadanos y autoridades. Este fenómeno, protagonizado por denominados «piratas del porche», se ha intensificado con el auge del comercio electrónico, alcanzando nuevas alturas con robos de alta tecnología como el caso de teléfonos iPhone desaparecidos minutos después de su entrega. Los ladrones han ideado métodos sofisticados, como acceder a los sistemas de seguimiento de paquetes, permitiéndoles anticipar exactamente cuándo y dónde será realizada una entrega. Incluso, llegan a disfrazarse con chalecos de empresas de reparto para pasar desapercibidos, cruzándose en ocasiones con los repartidores en el acto delictivo. Los afectados recurren a cámaras de vigilancia y redes sociales para buscar justicia o advertir a otros, mientras empresas de reparto como FedEx, particularmente afectadas, enfrentan un desafío significativo debido a políticas de entrega sin firma, como es el caso de las entregas de AT&T.
En respuesta a esta oleada de delincuencia, algunas jurisdicciones han implementado medidas innovadoras. La policía de Washington DC, por ejemplo, ha optado por utilizar localizadores en paquetes señuelo para rastrear el destino de los robos y atrapar a los responsables. Similar abordaje ha surgido en Nueva Jersey y Texas, donde se ha logrado arrestar a jóvenes implicados en estos delitos, aunque persisten dudas sobre posibles vulneraciones a los sistemas de seguridad de compañías referentes. Asimismo, se sugiere a los clientes utilizar soluciones como taquillas de seguridad para evitar dejar los paquetes expuestos. Sin embargo, la envergadura del problema es notable: se estima que bienes valorados en 25 millones de dólares se pierden diariamente debido a estos robos. La discusión continúa en foros como Reddit, en los que se debate sobre posibles soluciones legislativas o tecnológicas, y se propone que el robo de paquetes se trate como un delito federal para aumentar el costo del crimen y desincentivar a los delincuentes. No obstante, las soluciones a gran escala aún parecen lejanas, y la balanza entre seguridad y conveniencia sigue siendo un reto para consumidores y empresas.
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