A menos de un mes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Kamala Harris se perfila como la candidata con más probabilidades de ganar, según la media de encuestas de FiveThirtyEight. Harris aventaja a su rival, el expresidente Donald Trump, por 2,6 puntos porcentuales, y se estima que obtendría un 48,4% del voto a nivel nacional. Sin embargo, la contienda sigue siendo extremadamente reñida, ninguno de los dos candidatos tiene una ventaja decisiva, especialmente en los estados clave, donde pequeños márgenes podrían definir el futuro inquilino de la Casa Blanca.
En el sistema electoral estadounidense, donde obtener más votos a nivel nacional no garantiza la presidencia, los estados denominados «swing states» se convierten en un campo de batalla crítico. Siete estados, incluyendo Pensilvania, Georgia y Arizona, son particularmente decisivos este año. En algunos de ellos, Trump lleva una ligera ventaja, mientras que Harris lidera en otros. La historia reciente, con esfuerzos por mejorar las deficiencias de las encuestas, y el recuerdo de 2016, cuando el voto de Trump fue subestimado, añade un factor de incertidumbre. El resultado final dependerá no solo de la precisión de las encuestas, sino también de dinámicas imprevisibles que pueden surgir hasta el último minuto.
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