El uso de sopladoras de hojas en municipios españoles ha generado numerosas quejas debido al ruido ensordecedor, que supera los 100 decibelios, y a la contaminación del aire que provocan. Estas máquinas, que sustituyen a las tradicionales escobas, no solo interrumpen la tranquilidad de los ciudadanos sino que también levantan polvo, hojas, excrementos y otros alérgenos, afectando la salud de transeúntes y operarios, y empeorando la calidad del aire. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica recomienda su reemplazo por máquinas barredoras-aspiradoras, más saludables y menos contaminantes. Algunas ciudades estudian alternativas como el uso de sopladoras eléctricas menos ruidosas y la revalorización del barrido manual. Ante este panorama, algunas ciudades como Pasadena han prohibido las sopladoras de gasolina, impulsando el cambio a opciones eléctricas mediante programas de incentivos económicos.
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