Alemania ha decidido implementar controles en todas sus fronteras justificando la medida en la presión migratoria y el riesgo de terrorismo islamista, lo que ha causado una fuerte reacción de sus vecinos europeos. El primer ministro polaco, Donald Tusk, lo calificó de “inaceptable” y convocará a consultas urgentes a los países afectados. Austria, en reacción, aseguró que no aceptará migrantes rechazados por Alemania. Países Bajos también expresó preocupación por el impacto en los viajeros transfronterizos. La medida de Berlín, tomada bajo la coalición liderada por Olaf Scholz en medio del auge de la ultraderecha, se ampara en una excepción del tratado de Schengen. La oposición interna en Alemania, encabezada por la Unión Cristianodemócrata (CDU), critica la insuficiencia de los controles y exige medidas más estrictas, o amenaza con romper negociaciones políticas. La implementación y los efectos de estos controles fronterizos provocan dudas sobre la capacidad de la policía alemana para mantenerlos a largo plazo y apuntan a un posible fin del sistema de libre circulación de Schengen.
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