En las últimas semanas, se han destapado sorprendentes casos de donantes de semen que habrían violado las normativas vigentes al tener más de 25 hijos cada uno, desatando un intenso debate sobre la regulación y supervisión de las clínicas de fertilidad. Este fenómeno ha generado preocupación entre especialistas y futuros padres debido al número potencialmente elevado de medio hermanos resultantes, lo que podría incrementar el riesgo de relaciones consanguíneas en el futuro. Las normativas de donación de semen en muchos países limitan la cantidad de hijos por donante para prevenir este tipo de situaciones, buscando preservar la diversidad genética y el bienestar de los niños nacidos mediante este método.
Las autoridades pertinentes han iniciado investigaciones exhaustivas para determinar cómo estos donantes lograron eludir las restricciones, y evaluar el posible impacto en las familias involucradas. Se ha abierto un diálogo sobre la necesidad de implementar medidas más estrictas y tecnologías avanzadas para verificar la identidad y fertilidad de los donantes, así como una mayor cooperación internacional para rastrear y regular la actividad transfronteriza en el sector. Este escándalo ha subrayado la importancia de una regulación adecuada y confiable en el ámbito de la reproducción asistida, no solo para salvaguardar el bienestar de los niños y sus familias, sino también para asegurar la confianza pública en estas prácticas médicas.
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