El destacado boxeador filipino, conocido por ser el único en la historia en haber ganado títulos en ocho categorías de peso diferentes, se preparó para un combate crucial en la división welter. Su objetivo era no solo consolidarse nuevamente como campeón, sino también convertirse en el pugilista más longevo en lograrlo en esta categoría. Esta gesta lo colocaría como el segundo boxeador más veterano en conquistar un título mundial en la historia del boxeo, un logro que, de alcanzarse, fortalecería aún más su ya legendaria carrera.
La expectativa en torno al encuentro era inmensa, dado que una victoria significaría establecer un nuevo hito en el pugilismo internacional. Los aficionados y expertos del deporte seguían de cerca cada paso en el camino hacia el enfrentamiento, conscientes de que estaban presenciando el intento de un histórico regreso al cuadrilátero. Este combate no solo representaba un desafío personal para el filipino, sino también una oportunidad para reafirmar su dominio y habilidad en un deporte donde la juventud y la fuerza suelen ser factores determinantes.
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