El enfrentamiento entre Boca Juniors y Benfica terminó en un inesperado empate 2-2 en Miami, evidenciando las habilidades de ambos equipos para capitalizar momentos cruciales del partido. Boca, con una estrategia defensiva sólida, inicialmente se adelantó con goles de Miguel Merentiel y Rodrigo Battaglia en la primera mitad. Los sudamericanos parecían tener la victoria en sus manos, acorralando a un Benfica que mostró más control y dominio en el campo, pero sin lograr concretar. Sin embargo, los portugueses se beneficiaron de las jugadas a balón parado para recuperar el terreno perdido. Un penalti convertido por Ángel Di María y un cabezazo certero de Nicolás Otamendi en el minuto 83 sellaron el empate, desbordando las expectativas de un partido en el que Boca parecía tener la delantera psicológica gracias a su ferviente hinchada.
El partido no estuvo exento de emociones y decisiones arbitrales que influyeron en su dinámica. Las expulsiones de Ander Herrera y Andrea Belotti marcaron momentos críticos, afectando el ritmo y la estrategia de ambos equipos. Boca intentó manejar el partido con una mezcla de juego físico y tácticas para demorar el tiempo, respaldados por la energía contagiosa de sus aficionados. Benfica, en cambio, luchó por encontrar su ritmo en un entorno que le resultó hostil, a pesar de su calidad técnica evidente. Al final, un córner salvó a los portugueses de una derrota que pendía de un hilo, dejando a Boca sin el honor de ser el primer equipo sudamericano en vencer a un europeo en su reciente historial de enfrentamientos directos.
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