La familia de Edwin Arrieta atraviesa una de las fases más difíciles del año, especialmente marcada por el dolor y las dificultades económicas. Desde Colombia, los Arrieta intentan sobrellevar la pérdida del médico asesinado por Daniel Sancho, un acontecimiento que ha añadido una carga económica significativa a su duelo. De profundo fervor católico, estas fechas suelen ser de reflexión y unión familiar para ellos, pero la tragedia ha transformado estas festividades en un momento de lucha interna y angustia financiera. A pesar de los desafíos, permanecen en pie, buscando consuelo y recursos para seguir adelante.
Simultáneamente, el futuro de Daniel Sancho se gestiona a través de un complicado proceso legal. Su defensa insiste en que todas las acciones están dentro del marco legal tailandés, y adelantan la intención de cumplir con las obligaciones económicas, aunque la entrega de la indemnización a la familia Arrieta está condicionada a la firmeza de la sentencia. Mientras tanto, el entorno legal de Sancho explora la posibilidad de trasladarlo a España para cumplir condena, citando posibles errores en la investigación como base para un recurso que podría redefinir su situación judicial. En este tenso contexto, las familias afectadas por el crimen navegan por un mar de esfuerzos legales y emocionales, intentando encontrar una salida en medio de tanta adversidad.
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