Un apagón inesperado dejó a 44 trenes atrapados dentro de un túnel en una jornada caótica para los responsables de la red ferroviaria. El incidente, que ocurrió a mitad de la vía, generó una atmósfera de incertidumbre y falta de comunicación entre los pasajeros y el personal. Ante la situación, las autoridades ferroviarias se vieron obligadas a activar protocolos de emergencia para intentar restablecer el suministro eléctrico y evacuar a los ocupantes de manera segura. La falta de información precisa complicó la coordinación de los esfuerzos de rescate, generando frustración entre los afectados.
Mientras los pasajeros aguardaban dentro de los vagones, las autoridades trabajaban contrarreloj para resolver el problema técnico que causó la interrupción. Las comunicaciones limitadas dentro del túnel dificultaron los intentos de mantener a los viajeros informados sobre el estado de la situación y el tiempo estimado para resolver el fallo. En medio de la incertidumbre, la prioridad fue asegurar la seguridad de todos los involucrados, mientras los equipos técnicos inspeccionaban el sistema para identificar y solucionar la raíz del problema. La jornada concluyó con el restablecimiento del servicio, aunque la experiencia dejó una marca de preocupación sobre la infraestructura ferroviaria y sus protocolos de respuesta ante emergencias.
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