La Misión de Monitoreo de Derechos Humanos de la ONU ha puesto de manifiesto el alarmante impacto de los ataques con drones rusos de corto alcance en Ucrania, que han dejado cerca de 400 muertos y más de 2.600 heridos desde el inicio de la invasión en febrero de 2022. Según la directora de la misión, Danielle Bell, aunque estos ataques son menos destructivos que los misiles o la artillería, su elevada frecuencia ha restringido gravemente el movimiento de la población y ha limitado el acceso a bienes esenciales, exacerbando aún más la crisis humanitaria en la región.
Bell también ha señalado que la efectividad de estos drones se atribuye a sus sistemas de cámaras que proporcionan información en tiempo real sobre los objetivos. Se ha denunciado que, en algunos casos, los operadores han atacado deliberadamente a civiles y vehículos médicos, lo que podría considerarse crímenes de guerra. La funcionaria ha instado a investigar cada uno de estos incidentes y a garantizar que los responsables rindan cuentas por sus acciones contra la población civil y el personal humanitario.
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