Las tensiones entre Israel y las regiones de Líbano y Gaza continúan generando crisis humanitarias, luego de que el gobierno de Benjamín Netanyahu aplazara el retorno de miles de desplazados que esperaban regresar a sus hogares. En Líbano, la situación ha derivado en violencia, resultando en la muerte de 11 personas y más de 80 heridos cuando soldados israelíes abrieron fuego conforme se cumplía el plazo de retirada que las fuerzas israelíes debían respetar. Grupos de civiles, algunos con banderas de Hezbolá, se concentraron en las entradas de sus localidades desplazadas, pero las tropas israelíes impidieron el regreso utilizando alambre de espino y bloqueando carreteras. Mientras tanto, las Fuerzas Armadas libanesas, debilitadas y enfrentadas a un difícil contexto interno, intentan asumir el control según lo planificado, sin embargo, enfrentan la presencia de tropas israelíes en su territorio.
En Gaza, la situación es menos violenta, pero igual de desesperada, con decenas de miles de desplazados congregados en el corredor Netzarim esperando el permiso para retornar al norte. Las tensiones aumentaron cuando Israel condicionó el regreso de los desplazados al estado de Arbel Yehud, una civil que debía ser liberada por Hamás. Aunque Hamás ha asegurado que Arbel está viva y ha prometido entregarla, Netanyahu suspendió el retorno de los desplazados como represalia, dejando a la población en una angustiosa espera. El alto el fuego en la región, que contempla complejas negociaciones y acuerdos sobre el intercambio de prisioneros entre Israel y Hamás, sigue siendo frágil, y los ataques intermitentes continúan minando la confianza entre las partes, con un saldo de 37 muertos desde su inicio el mes pasado y más de 600 violaciones al cese de hostilidades registradas.
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