El reciente aumento de anticiclones cálidos está generando crecientes preocupaciones entre la comunidad científica, quienes advierten sobre los efectos nocivos para el medio ambiente y la salud pública. Estos fenómenos meteorológicos producen un «efecto invernadero» natural, atrapando el calor en la atmósfera y dificultando su disipación. Como resultado, las temperaturas extremas se están volviendo más comunes, aumentando el riesgo de olas de calor que afectan a diversas regiones del mundo. Investigaciones actuales indican que desde el siglo pasado, estos anticiclones cálidos se han vuelto entre tres y cinco veces más probables, exacerbando los desafíos vinculados al cambio climático.
Los expertos señalan que estos eventos meteorológicos no solo impactan la temperatura, sino que también provocan efectos secundarios significativos, como sequías prolongadas, que pueden llevar a pérdidas en la agricultura y afectar la seguridad alimentaria. Además, el incremento en la prevalencia de estos anticiclones está vinculado al calentamiento global, impulsado en gran medida por las actividades humanas. Esta tendencia ha puesto de relieve la urgente necesidad de implementar políticas más efectivas para mitigar los efectos del cambio climático, así como adaptar las infraestructuras y sistemas de salud para responder adecuadamente a los desafíos emergentes.
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