Donald Trump ha desvelado un plan cuyo calificativo de «pacífico» es puesto en duda por numerosos críticos. Este proyecto, según indican diversas fuentes, podría significar más muerte y sufrimiento para el pueblo palestino. Mientras tanto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lo aplaude, conscientes ambos de que este plan es percibido por muchos como una trampa para un pueblo que lleva décadas en conflicto.
La comunidad internacional observa con asombro lo que algunos describen como un truco de magia política, donde la aparente paloma de la paz en realidad esconde sombras de opresión. La única solución, aseguran varios analistas, pasa por reconocer los derechos inalienables de los palestinos: el fin del genocidio, del apartheid, de la cárcel, del exilio, de las demoliciones, y la detención de las muertes de inocentes. Se trata de devolver las tierras y hogares arrebatados durante años de ocupación y poner fin a tanto sufrimiento humanitario. No es un conflicto religioso, sino uno que toca el núcleo de la vida, la libertad y el respeto por los derechos humanos.
El año pasado, el 27 de septiembre de 2024, un movimiento significativo se dio en el Estado español. La Confederación General del Trabajo (CGT), junto con otros colectivos y organizaciones sociales, organizó una huelga general en solidaridad con Palestina. La protesta pedía la «ruptura inmediata» de las relaciones comerciales, diplomáticas y militares con Israel. Con el apoyo de 200 organizaciones sociales, aunque ignorada por las centrales UGT y CCOO, esta movilización fue una más entre muchas que buscan denunciar los actos de violencia en Gaza. Se señala que estas acciones han influido en un cambio gradual de postura en el gobierno de Pedro Sánchez hacia una condena más decidida de las políticas del gobierno de Netanyahu.
Sin embargo, advierten los expertos, la presión internacional decidida y constante es esencial para frenar lo que califican como una maquinaria de muerte colonialista. Solo un boicot global al estado de Israel puede, al igual que en Sudáfrica, cambiar la dinámica de los acontecimientos actuales.
En este contexto, la Global Sumud Flotilla se erige como un símbolo de resistencia. Con personas de 44 nacionalidades diferentes, este grupo navega hacia Gaza para manifestar su solidaridad con el pueblo palestino. Este gesto resalta la importancia de la solidaridad internacional, el amor por lo humano, la indignación ante las injusticias y el compromiso por un cambio real.
A nivel local, la lucha continúa. En Madrid y Aragón, están previstos paros en el ámbito educativo el 3 de octubre para promover «la educación contra la barbarie». Además, el 4 de octubre habrá manifestaciones en prácticamente todas las ciudades del Estado español. A nivel global, se ha convocado una jornada de lucha que se activará en respuesta a cualquier ataque o interferencia a la Global Sumud Flotilla.
Octubre se perfila como un mes crucial en la lucha por detener el genocidio. El destino de toda una nación, y en consecuencia de la humanidad, está en juego. Mientras el mundo sigue debatiendo y los poderes juegan a la política, la urgencia de actuar se vuelve impostergable. Desde la CGT expresan un compromiso firme: la humanidad debe prevalecer y la libertad para Palestina debe ser una realidad.
Fuente: CGT