En un esfuerzo por aumentar la presión sobre Rusia, los gobiernos occidentales, liderados por Estados Unidos, se han unido para promover un alto el fuego en Ucrania y llevar al presidente ruso, Vladímir Putin, a la mesa de negociaciones. La propuesta de un alto el fuego de treinta días, impulsada por Washington y Kiev, ha sido vista con escepticismo por Moscú. El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, afirmó que la pelota ahora está en el tejado de Putin, instándole a demostrar auténticos deseos de paz. Durante una videoconferencia organizada por Londres, en la que participaron 26 jefes de Gobierno, además de líderes de la Unión Europea, la OTAN y otros aliados, se discutió el aumento de sanciones contra Rusia, incluyendo restricciones al precio del petróleo y la congelación de activos en el extranjero. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, subrayó que, aunque las sanciones adicionales no están todavía en la agenda, existe un deseo de encontrar una vía diplomática para la paz.
Simultáneamente, se están llevando a cabo esfuerzos para estructurar una «coalición de voluntarios» que pueda intervenir en pro de la paz en Ucrania. Francia y el Reino Unido son los únicos países que han manifestado su disposición a enviar tropas al terreno ucraniano, con el objetivo de contribuir a un acuerdo de paz duradero, mientras que otros países europeos estudian alternativas de participación. Keir Starmer, en un intento por mantener la alineación con Estados Unidos y otros aliados, ha enfatizado la necesidad de acciones concretas por parte de la coalición para garantizar la seguridad en Ucrania. El mensaje a Putin es claro: es el momento del «silencio de las armas», y Occidente está decidido a aplicar la máxima presión para alcanzar una solución pacífica al conflicto, fortaleciendo al mismo tiempo la capacidad defensiva de Ucrania y asegurando que Rusia asuma la responsabilidad por los daños causados.
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