En el marco del COMPUTEX 2025, Jensen Huang, CEO de NVIDIA, anunció que la inteligencia artificial está marcando el fin de una era dominada por la Ley de Moore, proponiendo una visión revolucionaria para el futuro de los semiconductores. Huang declaró que, en este nuevo contexto, “solo el cielo puede limitar la velocidad de desarrollo de la industria de la IA”, dando un giro a la tradicional concepción de avance tecnológico.
En colaboración con Liu Yangwei, presidente de Foxconn, Huang delineó un innovador enfoque hacia la computación, eludiendo la carrera por chips más pequeños. En su lugar, NVIDIA apuesta por tecnologías como el packaging 3D y NVLink, que reúne diversos componentes en un único superchip colaborativo. Esto establece un nuevo paradigma en la arquitectura de sistemas, donde GPU, redes y almacenamiento actúan como un organismo unitario.
La Ley de Moore, que durante décadas predijo la duplicación bianual del número de transistores en un chip, enfrenta ahora desafíos físicos y económicos. En contraste, la “Ley de Huang”, como ha sido apodada, sugiere una aceleración del rendimiento mediante la integración vertical y el software especializado en inteligencia artificial. Este enfoque ha posicionado a NVIDIA en el centro de la economía IA del siglo XXI, consolidando su influencia global.
Al abordar el diseño integrado de todo el ecosistema tecnológico, Huang destacó la necesidad de GPU adaptadas a la IA generativa, centros de datos preparados para modelos enormes, y el uso de redes fotónicas y computación cuántica. Además, vislumbró un futuro donde las propias IA participen en el diseño de nuevas GPU, transformando el rol de los ingenieros hacia la supervisión de infraestructuras y arquitecturas neuronales.
Huang lanzó una advertencia clara a la industria: adaptarse o desaparecer. A medida que la disrupción se convierte en la norma, las empresas deberán integrar tecnología y visión de manera vertical, superando las antiguas reglas que centraban su competencia en el tamaño de los transistores. En un mundo post-Moore, los verdaderos límites podrían residir no en la física, sino en nuestra capacidad de imaginar las posibilidades expansivas de la inteligencia artificial.
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