El equipo de baloncesto conocido como «los blancos» enfrentó una nueva derrota en su último partido de la Euroliga disputado en el OAKA, arena de Panathinaikos. Desde el inicio hasta el final del encuentro, el equipo visitante estuvo a remolque, mostrando signos de debilidad ante un Panathinaikos que se mostró claramente superior en el juego. Este revés supone su cuarta derrota consecutiva fuera de casa en el torneo europeo, complicando significativamente sus aspiraciones de clasificación en la competición. A lo largo del enfrentamiento, los blancos evidenciaron su falta de precisión al errar 23 lanzamientos de tres puntos, un aspecto crítico que contribuyó decisivamente a su caída en este encuentro.
La racha de derrotas fuera de casa no solo amenaza las opciones del equipo en la Euroliga, sino que también pone en cuestión su rendimiento general y capacidad para afrontar encuentros en terrenos ajenos. El equipo necesita encontrar urgentemente soluciones para mejorar su puntería desde la línea de tres puntos, un problema que ha lastrado sus actuaciones más recientes. Con rivales como Panathinaikos elevando su nivel de juego, el conjunto visitante enfrenta el desafío de reencontrarse con su mejor forma si desea mantener viva la esperanza de avanzar en la competición. La cadena de resultados negativos en Europa impone presión adicional a un equipo que busca recuperar la confianza y volver a competir al más alto nivel.
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