El inicio de las obras de soterramiento de la A5, una de las principales vías de Madrid, ha generado un desafío significativo para la movilidad de cientos de miles de habitantes. El cierre de dos carriles centrales entre los kilómetros 3+300 y 6+250 ha complicado los desplazamientos diarios desde el suroeste de la Comunidad de Madrid hacia la capital, afectando especialmente a quienes viajan entre Móstoles y Madrid. Para mitigar el impacto del recorte de la capacidad vial, el Ayuntamiento de Madrid ha propuesto una serie de rutas alternativas. Entre ellas, la autovía A-5R es fundamental, redirigiendo el tráfico hacia la M-40 y ofreciendo conexiones con la M-503 y la M-30 sur mediante la A-42, lo que busca aliviar la congestión que las obras han ocasionado.
La comunicación efectiva y una señalización reforzada son partes cruciales de la estrategia de movilidad. Se ha intensificado la señalización en nodos clave, como la M-40 antes de la intersección con la A-42, para garantizar que los conductores estén informados de las modificaciones en el recorrido. Aunque el soterramiento de la A-5 es parte del plan de modernización de infraestructuras de Madrid, las obras, previstas para finalizar a finales de 2026, requieren paciencia y adaptación por parte de los ciudadanos. A medida que los trabajos avanzan, las rutas alternativas se ajustarán, demostrando la importancia de la colaboración entre la autoridad y los usuarios de las vías para minimizar las molestias durante este proceso de transformación vial que promete beneficios significativos en el largo plazo.
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