En un esfuerzo por revitalizar el sector primario, la industria agroalimentaria y la hostelería, el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) ha lanzado una ambiciosa iniciativa centrada en el pistacho. Durante los próximos meses, los expertos del IMIDRA profundizarán en el aprovechamiento de este frutal para poner los avances que se logren a disposición de empresas comercializadoras y cocineros.
El estudio, que seleccionará diversas variedades de pistacho, buscará analizar no solo su potencial gastronómico, sino también observar los efectos de diferentes métodos de procesamiento como el tostado y el fermentado. Además, se investigarán alternativas de conservación y se explorará el uso de cáscaras y cascarillas del pistacho. Una parte crucial del proyecto implica la elaboración de alimentos enriquecidos con pistacho y el análisis del valor nutricional que este fruto añade a dichos productos. Los estudios también cubrirán la aceptación, preferencia e intención de compra de los consumidores.
La Comunidad de Madrid busca asociar los resultados de esta investigación con productos innovadores y recetas, especialmente dentro de la cocina madrileña, con el objetivo de dar mayor visibilidad a estos esfuerzos. Durante un acto demostrativo, se presentaron platos elaborados con pistacho, como el ajoblanco, las albóndigas de cordero y un helado con praliné de pistacho, ejemplificando las posibles aplicaciones culinarias.
El pistacho goza de creciente aceptación entre los consumidores y su consumo ha aumentado un 17% recientemente. Entre 2015 y 2020, el área cultivada de pistacho en la región creció un 30%, alcanzando las 830 hectáreas, situándose en la quinta posición de frutícolas regionales por superficie cultivada. A nivel nacional, España ha visto un aumento significativo en el cultivo de pistacho durante los últimos catorce años, pasando de 1.000 a 66.466 hectáreas, y se estima que el país podría convertirse en el cuarto productor mundial en el futuro próximo.
Esta iniciativa no solo promete beneficios económicos para los agricultores mediante el aumento de la rentabilidad de sus cultivos, sino que también impulsa la innovación en la industria gastronómica, ofreciendo a los consumidores nuevas y nutricionales opciones alimentarias.