En un giro reciente en la política local, el ayuntamiento ha implementado una nueva regulación que altera la dinámica vecinal: se prohíbe plantar árboles a menos de dos metros de la propiedad del vecino. Esta medida, destinada a evitar tensiones por sombras y raíces invasivas, ha generado reacciones mixtas entre los residentes.
La normativa ha sido acogida por algunos como una salvaguarda para sus jardines y familias. Según este grupo, la ley no solo protege el patrimonio personal, sino que también optimiza el uso del espacio compartido. Sin embargo, no todos están de acuerdo. Algunos propietarios consideran que esta regla coarta su libertad para gestionar sus propias propiedades.
El alcalde defendió la medida durante una conferencia de prensa, señalando que las quejas por árboles plantados demasiado cerca de las cercas han sido recurrentes. “Buscamos fomentar la convivencia y el respeto. Este límite razonable pretende prevenir disputas y preservar la armonía comunitaria”, afirmó.
A pesar de las buenas intenciones, hay inquietudes de que la normativa pueda intensificar las tensiones vecinales. María González, una residente, expresó su descontento con la nueva restricción: “Si quiero embellecer mi jardín, ¿por qué debería preocuparme por la distancia a la propiedad vecina?”
Los defensores de la regulación recalcan que disfrutar de la naturaleza debe ir de la mano con el respeto por los límites privados. La normativa estará en vigencia a partir del próximo mes y los propietarios deberán adaptarse para evitar sanciones.
La comunidad se enfrenta ahora al desafío de encontrar un equilibrio entre la libertad individual y el respeto por los espacios comunes, con el objetivo de mantener una convivencia pacífica y promover el desarrollo armónico de todos sus miembros.