El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha declarado que su ejército está listo para actuar en Líbano «según sea necesario» en respuesta a lo que percibe como un rearme de Hezbolá, la milicia chií libanesa. Esta advertencia se alinea con el anuncio previo del ministro de Defensa, Israel Katz, quien anticipó una intensificación de las operaciones israelíes en Líbano debido a la falta de progreso del gobierno libanés en el desarme de Hezbolá, un compromiso asumido tras el alto el fuego acordado en noviembre de 2024. Un ataque reciente de Israel, que apuntó a un vehículo en la ciudad de Nabatieh, resultó en la muerte de cuatro personas relacionadas con la Fuerza Radwan de Hezbolá, lo que Netanyahu justificó por actividades supuestamente destinadas a rearmar a la organización.
Mientras persisten las hostilidades, las muertes continúan aumentando, con 16 personas fallecidas solo en la última semana de octubre, sumándose a las cientos de muertes desde que se estableció la tregua, muchas de ellas civiles según la ONU. Israel mantiene la tesis del combate contra Hezbolá, aunque carece de pruebas sobre los objetivos militares de sus ataques, lo que ha sido catalogado por un relator de la ONU como «crimen de guerra». En medio de este clima tenso, el presidente de Líbano, Joseph Aoun, busca evitar un conflicto mayor o una confrontación con Hezbolá, mientras acusa a Israel de incrementar hostilidades como respuesta a intentos de negociación. Por otro lado, Estados Unidos, mediador del cese al fuego, ha endurecido su postura hacia Líbano, advirtiendo sobre posibles acciones unilaterales de Israel si Beirut no desarma a Hezbolá satisfactoriamente.
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