En una noche mágica en el teatro Waldbühne de Berlín, Neil Young, con 79 años y una energía inquebrantable, ofreció un espectáculo que recordó la esencia trascendental del rock and roll. Durante la interpretación de su emblemático ‘Rockin’ in the Free World’, Young rompió una cuerda de su guitarra, un pequeño incidente que no detuvo su actuación pero que dejó ver su concentración mística, casi chamánica. Acompañado por su banda Chrome Hearts, encendió a los 23,000 espectadores con temas legendarios como ‘Hey Hey, My My (Into the Black)’ y ‘Like a Hurricane’, donde los sonidos eléctricos rezumaban una mezcla de energía y rebelión, característica de sus numerosos años en la contracultura musical.
Más allá del espectáculo, el concierto resonó como un acto de protesta contra un mundo cada vez más dominado por líderes como Donald Trump, a quienes Young no ha dudado en desafiar públicamente. Con un repertorio cargado de mensajes que promueven la resistencia y el compromiso, Young se posiciona como un defensor tenaz de los valores de libertad e igualdad. La noche concluyó con un único bis de ‘Rockin’ in the Free World’, reafirmando que el rock sigue siendo una poderosa herramienta de expresión y desafío en tiempos de incertidumbre. Cada momento del concierto, desde la cuerda rota hasta una mariposa invisible danzando entre las cuerdas, subrayó la necesidad urgente de cuestionar lo establecido y de permanecer despiertos ante las injusticias de la realidad contemporánea.
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