Los mosquitos, a menudo vistos como una de las amenazas más mortales para la humanidad debido a su papel en la propagación de enfermedades como el dengue, la malaria y el virus del Zika, ahora están en el centro de un estudio innovador que podría transformar nuestra manera de detectar desastres naturales. Un equipo multidisciplinario liderado por el ingeniero civil argentino Pablo Zavattieri de la Universidad de Purdue en Indiana está explorando esta perspectiva inesperada: las antenas de los mosquitos como una solución potencial para predecir terremotos y tsunamis.
Con una carrera que abarca un doctorado en aeronáutica y experiencia en la industria automotriz, Zavattieri se adentra en un campo llamativo de la biomimética al colaborar con biólogos, químicos y físicos. «La naturaleza dispone de millones de años en ‘prueba y error’ para desarrollar estructuras y métodos que a menudo desafían nuestra intuición», explica Zavattieri, resaltando su interés en las capacidades auditivas únicas de los mosquitos que utilizan sus antenas, no orejas, para percibir sonidos.
El equipo ha investigado la complejidad de las antenas de los mosquitos mediante técnicas avanzadas como la microscopía y la tomografía computarizada, complementadas con modelos a escala nanométrica impresos en 3D. Los resultados son reveladores: la arquitectura y los pelos sensoriales de estas antenas desempeñan un papel esencial en la capacidad auditiva del mosquito, permitiéndole discernir sonidos específicos y evitar el ruido de su propio vuelo.
Aunque en fases preliminares, este estudio podría abrir la puerta a nuevas tecnologías de detección bioinspiradas. Las aplicaciones potenciales abarcan desde el desarrollo de materiales acústicos avanzados hasta dispositivos capaces de ocultar objetos de las ondas sonoras. Este enfoque refleja el creciente interés científico en la biomimética, que busca en la naturaleza soluciones tecnológicas innovadoras.
Zavattieri cita ejemplos de tecnologías bioinspiradas previas para ilustrar este concepto, como las células solares que imitan a las hojas de las plantas y los materiales que replican la estructura de las resistentes conchas de abulón. Además, el equipo también estudia otros organismos como el escarabajo acorazado diabólico, conocido por su resistencia, y el camarón mantis, un depredador cuyas técnicas de caza podrían traducirse en nuevos materiales más fuertes y ligeros.
El objetivo no es solo crear avances tecnológicos, sino también diseñar soluciones potencialmente aplicables para futuras infraestructuras en colonias distantes en la Luna o Marte, inspiradas en los principios de diseño naturales. En esencia, esta investigación subraya cómo, en su sofisticación evolutiva, la naturaleza puede ofrecer respuestas a los retos contemporáneos más difíciles. El próximo desafío para el ser humano será desentrañar estos secretos naturales y aplicarlos eficazmente en la práctica.