Giuseppe Verdi, célebre por su inigualable precisión tanto en la música como en el drama operístico, ha dejado un legado formidable con obras como «La traviata». En la reciente representación en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, la producción de 2008 de David McVicar resurgió con gran éxito, evocando la atmósfera decadente y realista de los salones parisinos del siglo XIX. Esta puesta en escena, inspirada en la historia de la cortesana Marie Duplessis y con un trasfondo de denuncia social, fue el escenario perfecto para que la soprano estadounidense Nadine Sierra brillara en el papel protagonista de Violetta Valéry. Con una actuación que combinó un virtuosismo vocal impresionante y un profundo sentido dramático, Sierra logró cautivar al público, especialmente durante el célebre brindis y la escena final del primer acto.
El reparto contó, además, con el tenor mexicano Javier Camarena, quien, a pesar de una reciente afección de garganta, logró imprimir su sello belcantista en su interpretación de Alfredo Germont. Por su parte, el barítono polaco Artur Ruciński destacó con su papel de Giorgio Germont, recibiendo una ovación tras su aria «Di Provenza il mar». La música de Verdi, bajo la dirección de Giacomo Sagripanti, cobró vida a través de la Orquesta del Liceu, aunque algunos críticos señalaron una falta de profundidad dramática en ciertos momentos. Destacable también fue la brillante actuación del coro y el impecable trabajo escenográfico y de vestuario que reforzó la narrativa de la obra, subrayando la hipocresía y los contrastes de la sociedad burguesa de la época. La producción, que se extenderá hasta el 2 de febrero, se perfila como un hito en la temporada del Liceu, confirmando una vez más el genio intemporal de Verdi.
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