El debate sobre la tecnología en las escuelas es complejo y requiere una reflexión profunda sobre el impacto de dispositivos como los smartphones en el entorno educativo. En diversos países, se ha implementado la prohibición de teléfonos móviles en las aulas, enfocándose en mejorar el aprendizaje y reducir problemas como el bullying. Según datos de PISA 2022, el 67.5% de los directores indica la prohibición de dispositivos en los centros, pero esto carece de un análisis integral sobre las finalidades educativas y el respaldo científico necesario. Estudios como el realizado en Noruega, que abarcó más de mil escuelas, revelan que la prohibición puede disminuir problemas de salud mental y mejorar el rendimiento académico, especialmente entre las niñas.
Por otro lado, la experiencia en Galicia y Castilla La Mancha en España también muestra resultados positivos, indicando una mejora en el desempeño estudiantil y una reducción en los casos de bullying. Sin embargo, la evidencia aún es incipiente y se necesita un enfoque más riguroso para decidir sobre el uso de tecnologías en las aulas. Los estudios actuales abogan por una prohibición más estricta de los smartphones en la educación secundaria, con controles específicos para limitar su acceso. Mientras tanto, la discusión continúa, ya que los gobiernos han tomado posturas variadas sin un consenso claro, desplazándose entre el optimismo tecnológico desmedido y conservadurismos apocalípticos.
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