Moratalaz se Prepara para el Regreso del Evento Cultural ‘El Encuentro’

En el corazón del distrito de Moratalaz se alza nuevamente «El Encuentro», una escultura que ha sido parte del paisaje urbano desde la década de 1960. Este conjunto escultórico, obra del renombrado artista Marino Amaya, ha sido replicado en bronce y reinstalado en su ubicación original en la plaza del Encuentro —anteriormente plaza de Pablo Garnica—. Esta nueva versión ha sido recreada por Salvador Amaya, hijo del escultor original, quien ha mantenido fielmente el espíritu y la esencia minimalista del diseño de su padre, característico del racionalismo escultórico.

La escultura original, elaborada en piedra caliza, representaba de manera conmovedora el instante previo a un abrazo entre una madre y su hijo. Sin embargo, con el paso de los años, sufrió sucesivos actos de vandalismo que la llevaron a su deterioro y a su eventual reubicación en el jardín de la Junta Municipal del Distrito de Moratalaz en 1991. Hoy, la réplica en bronce no solo revive la obra, sino que rejuvenece el entorno, devolviendo a la plaza su identidad histórica y cultural.

El legado de Marino Amaya en Madrid no se limita a «El Encuentro». Entre sus contribuciones a la capital se encuentra «El Balancín» de 1965, una escultura en bronce que forma parte del conjunto decorativo en los jardines de la calle de Puerto Rico, en Chamartín. Otro de sus trabajos en la ciudad es «Madre e hijos», ubicada en la plaza del Corregidor Alonso de Aguilar, continuando con el leitmotiv de la maternidad que predomina en parte de su obra.

Amaya fue un artista de talla internacional, conocido por sus esculturas centradas en escenas familiares e infantiles, muy apreciadas tanto en España como en el exterior. Entre sus destacadas obras se encuentra «El Derecho a la Vida», que forma parte de la colección del Vaticano. En la década de 1980, sus esculturas también fueron expuestas en la Zoma Gallery de Nueva York, donde la Fundación Rockefeller adquirió quince de sus piezas.

El arte de Marino Amaya, que también incluyó figuras zoomorfas, se puede encontrar en numerosas localidades de España, desde Gijón hasta Almería. Nacido en Astorga en 1927 y fallecido en Málaga en 2014, su trabajo continúa vivo, no solo a través de sus obras, sino también por medio de la labor de su hijo Salvador, quien con este homenaje en Moratalaz asegura la perennidad del arte de su padre en el tejido urbano madrileño.

Fuente: Diario.Madrid.es Moratalaz

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