En el ámbito taurino, Morante de la Puebla se erige como una figura única y venerada, generando gran entusiasmo entre los aficionados. Su presencia en la Feria de Abril ha sido fundamental, revitalizando tanto el espectáculo como las arcas de las entidades organizadoras. Aclamado por muchos como «el mejor torero de la historia», Morante desafía las convenciones tradicionales del toreo y parece operar en una dimensión distinta. Aunque algunos cuestionan la calidad de los toros que enfrenta, su valentía y habilidad artística son incuestionables, y a menudo se destaca por su capacidad para transformar cualquier actuación en una obra maestra.
Con una personalidad bohemia y enigmática, Morante no solo es un torero, sino también un defensor comprometido de la tauromaquia, participando activamente en la promoción de la fiesta. Su estilo único, heredero de la tradición pero ajeno a la modernidad, lo convierte en un ícono que despierta tanto admiración como asombro. Los seguidores consideran un privilegio poder presenciar su arte, mientras que otros lo ven como un genio incomprendido. A pesar de su naturaleza solitaria, Morante es un regalo para el mundo taurino, brindando momentos de felicidad y trascendencia a sus espectadores.
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