En un ambiente cargado de expectación, el ruedo fue testigo de un emocionante duelo de estilos entre Pablo y Juan. Durante la lidia, la afición pudo observar cómo Pablo fluye de manera más natural en el toreo fundamental, llevándose el reconocimiento del público y compartiendo salida a hombros tras un empate en su actuación. La crónica taurina de la tarde refleja una clara inclinación hacia Pablo, quien logró conectar de manera más efectiva con los tendidos, marcando una notable diferencia en su ejecución y estilo.
Por otro lado, el maestro, pese a no salir a hombros, dejó su huella con una oreja que mereció reconocimiento y una faena que evidenció su maestría y experiencia en el ruedo. Su actuación fue considerada por muchos como un estándar de calidad que subrayó la esencia del toreo clásico. Aunque el resultado final declinó a favor de la juventud y frescura de Pablo, la contribución del maestro no pasó desapercibida, resaltando la importancia de la tradición y el saber hacer en el arte taurino.
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