En una tarde llena de emociones, José María Manzanares dejó escapar una oportunidad dorada en la Plaza de Toros con un lote que bien podría haber alcanzado la Puerta del Príncipe. El toro de más bravura de la feria se le presentó como un reto colosal, pero no logró sacar el máximo provecho de esta joya de Matilla. A pesar de algunas faenas destacadas, la tarde no alcanzó el clímax esperado, dejando a los aficionados con la sensación de que se podría haber escrito una página más brillante en la historia de la tauromaquia.
Por otro lado, Alejandro Talavante sigue sin encontrar ese destello que lo llevó a las alturas del toreo en el pasado. Sus actuaciones recientes sugieren un olvido de su propia esencia, dejando a la afición con un sabor agridulce. En contraste, Morante de la Puebla supo canalizar su entrega y creatividad, logrando llevarse una oreja en reconocimiento a su esfuerzo y arte. La buena corrida de Matilla fue el marco perfecto para una tarde que, aunque prometía más, dejó momentos memorables gracias al talento y la dedicación de los toreros.
Leer noticia completa en El Mundo.