En un inesperado giro del destino, la hermana Inah Canabarro, una monja brasileña de 116 años, ha sido reconocida como la persona más longeva del mundo, según la organización Longeviquest. Este título le fue conferido tras el fallecimiento de la anterior titular, la japonesa Tomiko Itooka. Canabarro, quien reside en un convento de las Hermanas Teresianas en Porto Alegre, tuvo un breve paso por el hospital recientemente, pero se encontró que los dolores que experimentaba eran consecuencia de su avanzada edad, más que de alguna enfermedad específica. Pese a sus problemas de audición y vista, celebró su 116 cumpleaños rodeada de sus compañeras religiosas y familiares, manteniendo su espíritu jovial, su lema personal y el amor por el club de fútbol Internacional de Porto Alegre.
A lo largo de su vida, la hermana Inah ha sido un pilar de fe y fortaleza, incluso durante la pandemia de covid-19, cuando fue una de las primeras en recibir la vacuna en Brasil. Nacida en 1908 en São Francisco de Assis y monja desde 1929, se destacó como profesora de Portugués y Matemáticas. Su vida está llena de historias y sacrificios, incluidos sus rezos por las comunidades afectadas por las violentas inundaciones en Río Grande do Sul en mayo pasado. Este notable espíritu ha trascendido, señalando las particularidades de la longevidad humana y brindando un ejemplo vívido de resiliencia ante los desafíos del tiempo. Mientras tanto, Brasil sigue brillando en este peculiar campeonato de longevidad, con João Marinho Neto, de 112 años, siendo reconocido como el hombre más anciano del mundo.
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