En un referéndum clave para el futuro de Moldavia, la población moldava rechazó con un 56,86% de los votos la entrada en la Unión Europea, una noticia que llega tras un boicot significativo por parte de los candidatos prorrusos. Este resultado sorprendió a las autoridades, especialmente después de que Bruselas ofreciera un paquete de asistencia económica de 1.800 millones de euros al gobierno moldavo, que había iniciado negociaciones de adhesión a la UE en diciembre de 2023. La votación, que también coincidió con las elecciones presidenciales, evidenció la profunda división dentro del país. La autonomía de Gagauzia y otros electores prorrusos manifestaron su desacuerdo con una abrumadora oposición, superando el apoyo observado en la capital Chisinau y entre los votantes de la diáspora, más favorables a la integración europea.
El revés electoral representa un desafío significativo para la presidenta moldava, Maia Sandu, partidaria de la adhesión a la UE, quien deberá enfrentarse a una segunda vuelta electoral tras no lograr ser reelegida en la primera ronda del domingo. Su principal oponente será el exfiscal general Alexandr Stoianoglo, respaldado por el Kremlin y opositor al referéndum. Las acusaciones de la Fiscalía moldava complicaron aún más el panorama, al denunciar que el oligarca Ilon Shor, desde Moscú, intentó comprar votos para influir en el resultado con una transferencia millonaria. Esta situación refleja las tensiones en Moldavia, uno de los países más pobres de Europa, que sigue luchando por su futuro económico y político en medio de la crisis provocada por la pandemia, el conflicto en Ucrania, y su relación con Rusia.
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