El soterramiento de la autovía A5 en Madrid, una de las principales rutas de acceso y salida de la capital, comenzará el 15 de enero y se extenderá hasta al menos 2026. Este ambicioso proyecto de transformación urbana busca mejorar la calidad de vida en los barrios aledaños, pero complicará significativamente la movilidad diaria de miles de conductores. Durante los trabajos, que afectarán el tramo entre los kilómetros 3,3 y 6,25, el tráfico será desviado en distintas fases, primero a la calzada norte y luego a la sur, reduciendo la capacidad vial y ocasionando importantes cambios en el traslado diario tanto para quienes utilizan vehículos privados como aquellos que dependen del transporte público.
Para mitigar el impacto de estas obras, se han implementado varias medidas orientadas a mejorar la oferta y eficiencia del transporte público. Entre ellas, destaca el incremento en las frecuencias de la línea C-5 de Cercanías Renfe, con hasta 55 trenes adicionales al día, y el aumento de capacidad en las líneas 5 y 10 del Metro de Madrid. Además, se modifican itinerarios de líneas de autobuses interurbanos y de la Empresa Municipal de Transportes (EMT), reforzando algunos servicios clave y moviendo cabeceras para facilitar conexiones. En cuanto al tráfico privado, se proponen rutas alternativas como el uso de las circunvalaciones M-40, M-45 y M-50, y la gratuidad de la autopista de peaje R-5 para autobuses. La planificación anticipada y el uso de tecnología de navegación en tiempo real se sugieren como estrategias vitales para enfrentar este prolongado período de obras con el menor impacto posible en la rutina diaria de los afectados.
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