La industria del lujo se encuentra en un punto de inflexión, enfrentándose a un mercado en declive a pesar de años de crecimiento explosivo en las ventas. Un informe de Accenture destaca que mientras algunas compañías registran una disminución en sus beneficios, otras, como Hermès y el grupo Prada, continúan prosperando gracias a la capacidad de reinventar sus propuestas. Gran parte de este éxito se debe a su estrategia de mezclar moda y arte, creando un contenido que conecta emocionalmente con un consumidor sofisticado y culto. Este cambio se ve reflejado en el aumento de precios de productos de lujo, un movimiento que busca enfatizar la exclusividad y captar al exigente 1% de consumidores que poseen gran parte de la riqueza global.
Por otro lado, muchas marcas del sector han redoblado sus esfuerzos hacia una narrativa más rica y culturalmente significativa, en respuesta a un entorno social en transformación. Con instituciones sociales en declive, los consumidores buscan que las marcas no solo vendan productos, sino que también construyan un significado a través de sus ofertas. Grandes conglomerados como Kering están apostando por un ‘storytelling’ más completo, invirtiendo considerablemente en comunicación y posicionándose en instituciones culturales como centros de arte y ferias internacionales. Al mismo tiempo, la moda entra en el escenario artístico, con grandes casas de moda patrocinando museos y eventos culturales, uniendo así dos mundos que históricamente han estado vinculados, para crear una experiencia distintiva que trasciende la mera compra, convirtiendo el lujo en inversión patrimonial y consolidando su estatus en el ámbito cultural.
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