En las culturas prehispánicas de Mesoamérica, los eclipses solares representaban una interrupción en el orden cósmico, provocando temor entre la población que los interpretaba como presagios de malos acontecimientos. Según Jesús Galindo Trejo, doctor en Astrofísica e investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, las civilizaciones de la región, como los mayas, contaban con un conocimiento profundo del cielo y registraban meticulosamente estos fenómenos celestes. Un ejemplo notable de este interés es el códice de Dresde, un manuscrito maya que documenta las posiciones de Venus y contiene tablas de eclipses solares y lunares a lo largo de tres décadas, reflejando así la importancia que estos eventos astronómicos tenían para dichas sociedades.
Galindo Trejo propone una hipótesis que añade una nueva perspectiva a la historia de México-Tenochtitlan, sugiriendo que un eclipse solar total en 1325 jugó un papel fundamental en la decisión de los mexicas de establecerse en el Valle de México. Basado en crónicas y cálculos astronómicos, el investigador sugiere que el eclipse pudo haber sido interpretado por los mexicas como una señal divina otorgada por Huitzilopochtli para fundar su ciudad. Aunque la fecha exacta de la fundación de Tenochtitlan sigue siendo materia de debate, y a pesar de celebraciones oficiales en 2021 conmemorando su fundación hace 700 años, la comunidad académica ha sido reticente a fijar un día específico, prefiriendo dejar el asunto abierto en vista de la limitada información disponible. La teoría de Galindo Trejo revive el interés en el papel de los fenómenos celestes en la cosmovisión prehispánica y su influencia en decisiones históricas significativas.
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