Miles de manifestantes salieron a las calles en más de 2.000 localidades de todo Estados Unidos en una ola de protestas que coincidieron con el desfile militar organizado por el entonces presidente Trump en el día de su cumpleaños. Las manifestaciones, que se caracterizaron por su diversidad de participantes, se enfocaron en criticar políticas gubernamentales percibidas como autoritarias. Los organizadores enfatizaron la importancia de defender los valores democráticos y expresaron su descontento con el gasto público empleado para el desfile en medio de otras prioridades nacionales.
El despliegue militar en Washington D.C., que incluía tanques y aviones de combate, no logró desviar la atención de los crecientes movimientos de protesta en todo el país. En ciudades como Nueva York, Los Ángeles y Chicago, se reportaron concentraciones multitudinarias, siendo la reacción mayoritariamente pacífica. La coincidencia de las protestas con el cumpleaños del presidente añadió simbolismo a las manifestaciones, destacándose como un mensaje de resistencia ciudadana frente al liderazgo del mandatario. Observadores internacionales señalaron el evento como un indicativo del creciente nivel de polarización política en Estados Unidos.
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