La Secretaría de Hacienda de México anunció una emisión de bonos por 13.800 millones de dólares para aliviar las obligaciones financieras de Pemex, la petrolera estatal afectada por una pesada carga de deuda superior a los 100.000 millones de dólares. La colocación incluyó bonos en euros y dólares, que fueron bien recibidos y sobredemandados por el mercado. Con este financiamiento, se busca recomprar 12.000 millones de dólares en deuda de Pemex, con vencimientos importantes entre 2026 y 2029, lo que permitirá a la administración de Claudia Sheinbaum ganar tiempo para resolver los problemas estructurales de la empresa, afectada por la caída en la producción y reservas de crudo.
Sin embargo, este movimiento financiero añade presión al gasto público en un momento en que el Gobierno debe equilibrar los desembolsos en programas sociales y la necesaria disciplina fiscal. Aunque el reciente apoyo financiero mejoró la calificación crediticia de Pemex, expertos advierten que esta estrategia tiene un alto costo de oportunidad, sugiriendo que los recursos podrían haberse utilizado para infraestructura, salud o educación. A largo plazo, sin un cambio en el modelo de negocio de Pemex, es probable que la empresa vuelva a necesitar apoyo gubernamental. Además, la necesidad de una reforma fiscal se hace evidente para enfrentar los futuros desafíos económicos y sociales del país.
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