En el estadio Hard Rock, con una asistencia notable de más de 60,000 personas, se llevó a cabo el partido inaugural del nuevo Mundial de Clubes, enfrentando al Inter Miami y al Al-Ahly. A pesar del ambiente festivo, el choque terminó sin goles, reflejando un juego crudo e impreciso. Lionel Messi, estrella del equipo estadounidense, mostró momentos de brillantez individual que destacaron en un encuentro donde la falta de contundencia colectiva fue evidente. A pesar de su esfuerzo y destellos de magia, Messi no pudo romper la defensa del equipo egipcio, que se mantuvo firme gracias a la actuación destacada de su arquero, El-Shenawy. La melancolía invadía el estadio al recordar las épocas doradas de estrellas pasadas, mientras el Inter Miami, un equipo relativamente nuevo, luchaba por encontrar cohesión en el campo.
Por su parte, el Al-Ahly, dirigido por el español José Riveiro, implementó un plan sencillo y efectivo que contrastó con la falta de precisión de sus oponentes. A pesar de tener menos posesión, los egipcios generaron peligro con ataques directos y rápidos, obligando al portero del Inter Miami, Ustari, a realizar varias paradas salvadoras, incluida una parada clave de un penalti lanzado por Trezeguet. Sin embargo, el gol les fue esquivo. Las punzadas ofensivas de Messi fueron insuficientes para superar la disciplina defensiva del Al-Ahly, dejando al público con una sensación de vacío en el primer encuentro del torneo. Este debut del Mundial de Clubes, que prometía espectáculo y goles, dejó una sensación agridulce, reflejando tanto la presión del nuevo formato como la falta de conexión efectiva dentro del terreno de juego.
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