Alemania está nuevamente en proceso de formar una Gran Coalición tras las recientes elecciones en las que la Unión (CDU/CSU) se alzó con el 28,6% de los votos, asegurando 208 escaños en el Bundestag. El candidato conservador, Friedrich Merz, necesita pactar con el Partido Socialdemócrata (SPD) para convertirse en canciller, a pesar de que el SPD registró su peor resultado histórico con un 16,4% de apoyo, obteniendo solo 120 diputados. Juntos suman 328 de los 630 escaños del Parlamento. Por otro lado, Alternativa para Alemania (AfD), de extrema derecha, logró un notable 20,8% y se ha consolidado como la principal fuerza de oposición, especialmente en los Länder del Este. Merz ha descartado cualquier negociación con AfD, manteniendo el cordón sanitario que aísla a este partido del poder.
El debate sobre si esta colaboración puede considerarse una «Gran Coalición» persiste, dado que la unión entre la Unión y el SPD representa solo el 45% del voto, lejos del estándar histórico del 90% logrado por Kurt Georg Kiesinger en 1966, o el 73% registrado al inicio del primer mandato de Angela Merkel en 2005. Las conversaciones preliminares entre Merz y el actual canciller Olaf Scholz han comenzado, y se han abordado aspectos organizativos para la transición gubernamental, con la vista puesta en firmar el acuerdo antes de Semana Santa. Los negociadores principales por parte del SPD, encabezados por Lars Klingbeil, también están en proceso de definir la futura política de defensa, economía y migración. La eliminación o no del límite de la deuda continúa siendo un punto de discordia, mientras ambas partes buscan consenso en políticas fiscales y de defensa, en un contexto regional e internacional cambiante.
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