La pandemia ha transformado la forma de trabajar, impulsando el teletrabajo como una opción viable para miles de empleados. Esta modalidad ha traído consigo cambios en la rutina diaria, permitiendo mayor flexibilidad pero también desafiando la separación entre la vida laboral y personal. En medio de esta nueva realidad, las personas han adaptado sus hábitos alimenticios, explorando nuevas dietas que promueven estilos de vida más saludables.
Al mismo tiempo, el encarecimiento de los alimentos ha tenido un impacto significativo en la economía doméstica, con un aumento del 2,9 % en los precios en el último año. Este fenómeno ha llevado a muchas familias a reevaluar sus compras y a buscar alternativas más accesibles. La combinación de estas tendencias demuestra la necesidad de una adaptación integral tanto en el entorno laboral como en el consumo diario, en un contexto donde la salud y la economía se entrelazan de manera inextricable.
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