El impacto positivo de los bosques de ribera en la sostenibilidad ambiental ha cobrado una relevancia incuestionable en el valle del Lozoya. Estas masas arbóreas son fundamentales para mejorar la calidad del agua, regular la temperatura local y proporcionar un refugio seguro para la rica fauna autóctona. Además, actúan como cortafuegos naturales y aseguran la estabilidad de las orillas, previniendo la erosión y favoreciendo la recarga de aguas subterráneas.
En un esfuerzo por preservar estos valiosos ecosistemas, se ha llevado a cabo una intensa rehabilitación de 26,27 hectáreas de los bosques de ribera del Lozoya. Durante más de un año, técnicos medioambientales han llevado a cabo un meticuloso trabajo de mejoras, beneficiando a especies como el corzo, el jabalí y diversos invertebrados. Técnicas como el apeo, estaquillado, limpieza de troncos y el uso de tracción animal para la extracción de restos han sido claves en este proceso, permitiendo un crecimiento ordenado de la vegetación.
El plan de actuación no se detendrá en el Lozoya. A partir de noviembre, las intervenciones continuarán en los arroyos del Algodón y la Angostura, en el monte de La Morcuera. Se busca reducir la competencia vegetal y repoblar los claros con árboles caducifolios, creando un paisaje en mosaico. Un detalle crucial es la promoción del crecimiento de rodales de plantas frondosas que han surgido de manera natural entre los pinos, tarea que se llevará a cabo manualmente para evitar cualquier daño.
Este ambicioso proyecto es respaldado por la asesoría del Centro de Investigación, Seguimiento y Evaluación del Parque Nacional (CISE) y cuenta con financiación de los fondos europeos Next Generation, enmarcados en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. La iniciativa representa un esfuerzo conjunto por revitalizar estos espacios naturales, esenciales para la biodiversidad y el equilibrio ecológico de la región.