En un épico enfrentamiento en el Abierto de Australia, Novak Djokovic volvió a demostrar por qué es considerado uno de los tenistas más formidables de todos los tiempos. A sus casi 38 años, el serbio se impuso sobre el joven talento español Carlos Alcaraz, exhibiendo un notable equilibrio y serenidad que contrastó con la aceleración del murciano en las etapas finales del partido. Con un movimiento estratégico en el segundo set, Djokovic emergió del vestuario con un vendaje que revitalizó su juego, lo que llevó al inicio del fin para Alcaraz, quien aspiraba a convertirse en el tenista más joven en completar un Grand Slam.
El encuentro en la Rod Laver Arena fue una lección de maestría y tenacidad del serbio, dejando claro que su dominio en Australia sigue intacto. A pesar de las dudas planteadas por figuras como John McEnroe sobre la autenticidad de las lesiones de Djokovic, el serbio supo adaptarse y desplegar su mejor tenis ante un rival de una generación futura. Mientras Alcaraz deberá esperar por su cita con la historia, Djokovic sigue agrandando su legado, demostrando que su capacidad para sortear adversidades y reinar en las pistas continúa siendo inquebrantable.
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