La oposición en la Comunidad Valenciana, encabezada por PSPV y Compromís, enfrenta dificultades al confrontar al gobierno de Carlos Mazón. Aunque muestran esfuerzo, su estrategia se percibe desactualizada, centrando excesivamente en criticar a Mazón sin abordar los problemas más amplios, como el riesgo de pobreza que afecta al 26% de la población. La acción política, enfocada en maniobras tradicionales, no logra conectar con los ciudadanos, lo que permite que el populismo capitalice el descontento social. Un ejemplo de esta desconexión es la publicidad de Vicent Marzà en Times Square, que, aunque llamativa, no impacta significativamente en los ciudadanos y destaca una política más enfocada en el juego político que en las verdaderas necesidades del pueblo.
La contemporaneidad exige que la política trascienda el ámbito parlamentario, donde el enfoque permanece entre políticos, y considere las redes sociales y los medios digitales, donde los ciudadanos buscan interacción directa. La oposición tiene una oportunidad crucial de acercarse al pueblo mediante gestos cotidianos que demuestren empatía y cercanía, como se evidenció en la reciente reunión de Pedro Sánchez con víctimas de una catástrofe natural. La política de hoy debe ser más emocional y conectiva, enfocada en construir valores colectivos que fortalezcan el tejido social, marcando un rumbo distinto al que, hasta ahora, mantiene alejados a los partidos de la realidad ciudadana.
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