En un polémico movimiento político, el presidente valenciano se reunió con Maribel Vilaplana para discutir la dirección de la radiotelevisión pública de la comunidad, justo en el día en que tuvo lugar una trágica catástrofe. Este encuentro ha generado críticas entre la oposición y la ciudadanía, quienes cuestionan la sensibilidad y prioridades del mandatario en momentos de crisis. La reunión, que se llevó a cabo durante una comida, ha sido percibida por algunos como un acto insensible, debido a que la atención pública y gubernamental estaba centrada en la gestión y respuesta a la tragedia que azotó a la región.
Al tratarse de un día en que la comunidad valenciana enfrentaba momentos de dolor y luto, el hecho de que las negociaciones sobre la radiotelevisión pública siguieran adelante ha suscitado un intenso debate sobre la ética y responsabilidad de los líderes en tiempos de emergencia. Aunque desde el gobierno se defiende la legalidad y necesidad de las conversaciones con Vilaplana, el suceso pone de manifiesto las tensiones entre las decisiones administrativas y la percepción pública, así como la importancia de una gestión empática por parte de las autoridades. Con este episodio, se abre un nuevo frente de discusión sobre la prioridad de los asuntos políticos internos frente al deber de atención a las catástrofes que afectan a la población.
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