La estrategia política del caos, atribuida a figuras como Donald Trump y Javier Milei, se ha consolidado como una táctica efectiva para desorientar y desgastar a la opinión pública, manteniendo a sus adeptos en el poder a pesar de las controversias y movilizaciones en su contra. Esta estrategia, teoriza el exasesor de Trump, Steve Bannon, se basa en inundar el espacio mediático con múltiples noticias y escándalos simultáneos, sin necesariamente buscar convencer, sino saturar y dividir al público. En el contexto del poder, como recordaba Giulio Andreotti, lo que realmente desgasta no es tenerlo, sino no poseerlo. Este enfoque ha sido adaptado por diversos líderes que, a través de la confusión y la división, logran mantenerse vigentes y continuar impulsando sus agendas a pesar de enfrentarse a un entorno de alta polarización.
En la Comunidad Valenciana, un claro ejemplo de esta estrategia es la gestión de Carlos Mazón tras la tragedia de la Barranca. En lugar de asumir responsabilidades que podrían haber significado su dimisión, Mazón ha diluido las culpas dispersándolas entre diferentes actores, desde el gobierno central hasta el “ecologismo radical”, generando un ambiente de desconcierto y desinformación. Con la táctica del «shock» y cambiando rápidamente la conversación pública, ha logrado que las críticas se pierdan entre nuevas controversias generadas constantemente. Los retos para contrarrestar este enfoque pasan por la unidad estratégica de la oposición y la ciudadanía, promoviendo acciones coordinadas y positivas que desafíen el dominio de esta narrativa del caos, recordando la importancia de la acción colectiva y el optimismo como fuerza motriz para el cambio.
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