Ghislaine Maxwell, condenada por su papel en la trama de corrupción de menores junto a Jeffrey Epstein, se ha ofrecido para testificar ante el Congreso de Estados Unidos sobre los delitos del financiero fallecido. Maxwell, quien cumple una pena de 20 años en una prisión de Florida, ha manifestado su disposición a colaborar, aunque bajo condiciones específicas que incluyan inmunidad. Esta oferta llega en un contexto donde el caso Epstein ha provocado divisiones entre los republicanos, especialmente entre los simpatizantes del movimiento MAGA, quienes están descontentos con la aceptación oficial de que la muerte de Epstein fue un suicidio. La solicitud de testimonio de Maxwell complica aún más el panorama político, tensando las relaciones entre el Congreso y la administración de Donald Trump, quien enfrenta críticas por su manejo del caso.
El avance de Maxwell se produce tras una reunión con el fiscal general adjunto, a quien le habría proporcionado una lista de cien nombres relacionados con Epstein. Este movimiento estratégico busca obtener ventajas legales, mientras que su testimonio se plantea como un intento de esclarecer complicidades en una red de tráfico de menores que involucra a personalidades influyentes. Mientras tanto, Trump intenta desviar la atención del escándalo acusando a figuras como Barack Obama, en un esfuerzo por silenciar la controversia. Los demócratas han aprovechado la situación para criticar a la Casa Blanca, aumentando la presión sobre una administración que busca transparencia y rendición de cuentas en un caso que sigue generando conmoción y debate mediático a nivel internacional.
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