El año 2024 concluye con un notable ascenso en el valor del bitcoin, que ha superado los 102.000 dólares, sumando una revalorización cercana al 150 % a lo largo del año. Este crecimiento no se limita únicamente al bitcoin, sino que también ha beneficiado a otras criptomonedas, con el ethereum experimentando importantes incrementos. Aunque estas cifras han despertado el entusiasmo entre los inversores, también plantean desafíos significativos en términos fiscales a medida que el año llega a su fin.
El auge de las criptomonedas no ha pasado desapercibido para los entes recaudadores, quienes han intensificado los requerimientos para la declaración de estas transacciones. Desde 2023, las plataformas de intercambio de criptomonedas están obligadas a proporcionar información detallada mediante los modelos fiscales 172 y 173, que incluyen saldos y transacciones realizadas. Además, se ha implementado el modelo 721, que obliga a declarar los criptoactivos mantenidos en exchanges extranjeros si su valor supera los 50.000 euros al cierre del año.
Las obligaciones fiscales no solo comprenden la posesión de criptomonedas, sino también las operaciones que generan ganancias o pérdidas, como la compraventa y el intercambio entre diferentes monedas, así como los ingresos por staking. Estas transacciones deben ser declaradas como ganancias patrimoniales en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), gravadas a una tasa que varía entre el 19 % y el 28 %, dependiendo de la cuantía.
La falta de comunicación de algunos exchanges con las autoridades fiscales europeas y españolas, sin embargo, lleva a estas últimas a emplear estrategias de disuasión para asegurar la declaración de criptodivisas. En este contexto, los expertos fiscales recomiendan revisar las carteras y ejecutar estrategias que minimicen el impacto fiscal antes del cierre del ejercicio fiscal de 2024.
Entre las principales recomendaciones se encuentra calcular las ganancias netas utilizando el método FIFO y anticipar operaciones para eludir futuros incrementos en la escala impositiva, previstos para 2025. Asimismo, los inversionistas pueden compensar pérdidas en ciertos criptoactivos antes del 31 de diciembre para equilibrar las ganancias de 2024.
Adicionalmente, es crucial evitar incumplimientos relacionados con la norma antiaplicación de pérdidas; esto implica comprender que las recompras de activos dentro de plazos específicos pueden impedir la aplicación de las pérdidas generadas. Para las criptomonedas no cotizadas, el periodo de recompra se limita a un año posterior a la venta.
De cara a las nuevas exigencias fiscales, los inversores deben preparar información para el modelo 721 y considerar la inclusión de las criptomonedas en la declaración de patrimonio (modelo 714) e, incluso, en el impuesto temporal de solidaridad de las grandes fortunas (modelo 718). Operaciones como airdrops y recompensas por staking también están sujetas a tributación, lo que obliga a mantener un registro exhaustivo de todas las actividades en cripto.
El mercado de criptomonedas atraviesa un periodo de expansión sin precedentes, ofreciendo grandes oportunidades pero también implicando importantes responsabilidades fiscales. Una planificación meticulosa y una comprensión clara de la normativa vigente y en evolución son fundamentales para evitar sorpresas y sanciones fiscales no deseadas. A medida que las criptomonedas continúan ganando relevancia en el ámbito financiero internacional, la fiscalidad se convierte en un aspecto crítico para todo inversor.