Durante los meses de invierno, mantener una rutina de entrenamiento constante se vuelve crucial para conservar la salud y el bienestar. A pesar de las bajas temperaturas y la menor motivación, establecer hábitos y comprometerse con el ejercicio regular puede favorecer la salud física y mental. La clave está en adaptar la actividad al clima y las horas de luz, asegurando así la continuidad del ejercicio sin comprometer la seguridad y el rendimiento. Es esencial recordar que no solo se debe considerar el tipo de actividad y su intensidad, sino también el equipo adecuado para hacer frente al frío, como ropa térmica y calzado con buen agarre.
Elegir el momento más idóneo del día para realizar ejercicio puede potenciar sus beneficios y aumentar la adherencia al plan de entrenamiento. Durante el invierno, se aconseja realizar actividad física en las horas de mayor luz solar para aprovechar la luz natural y mejorar el estado de ánimo, así como para obtener la necesaria exposición a vitamina D. Además, la mañana puede ser un buen momento para activar el metabolismoy establecer un tono energético para el resto de la jornada. En cualquier caso, escuchar al cuerpo y ajustar el horario de entrenamiento según las propias sensaciones y disponibilidad personal resulta fundamental para cumplir con los objetivos propuestos.
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