Cada vez son menos los hombres que forman parte de mi círculo social, a diferencia de las amistades femeninas, que se han mantenido y incluso han aumentado con el tiempo. Las experiencias pasadas, desde las bromas inapropiadas de un compañero universitario hasta el desprecio de otros amigos tras el fallecimiento de un ser querido, han llevado a una reflexión sobre las dinámicas de estas relaciones. La incapacidad de muchos hombres para abordar sus emociones y su tendencia a buscar desahogo en mujeres, sin reciprocidad, son factores que han disuelto amistades. La búsqueda de validación en un entorno masculino que a menudo rechaza la vulnerabilidad ha dejado en un limbo emocional a quienes, en lugar de encontrar apoyo, se convierten en un «salvavidas» de las cargas ajenas.
El abandono de estas amistades ha permitido un autovaloramiento que antes no existía, priorizando el cuidado emocional y el respeto mutuo. Se revela la necesidad de construir relaciones en un plano de igualdad, donde la vulnerabilidad y la empatía sean la norma, no excepciones. La lucha por desmantelar la masculinidad tradicional y permitir que los hombres se abran emocionalmente entre ellos es esencial para romper con la soledad que afecta a muchos. Un cambio profundo en las percepciones sobre la amistad y la emocionalidad masculina es urgente, no solo para mejorar la salud mental de ellos, sino también para establecer la base de relaciones significativas y equilibradas.
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